por María Angélica Salinas | Ago 5, 2019 | Articulos |
En el mes de Leo lo más importante fue el desarrollo de una autoconsciencia clara. Servir requiere la fuerza de una personalidad que se integra, que conoce su nota, que es capaz de luchar contra las limitaciones y enfrentar los desafíos de cumplir con su parte. Sin embargo servir sólo es posible si los excesos en el desarrollo del yo se pulen. Virgo ofrece la posibilidad de pulir, limar, aquietar, suavizar, disolver. Virgo nos permite crecer en humildad. El orgullo es un obstáculo grande para que el alma pueda fluir en nuestras relaciones y es un escollo por el que todos, tarde o temprano, pasamos. Todos. Sin temor a exagerar podemos decir que hay tres fases del desarrollo:
La humildad anterior al orgullo, el sentir que los demás son más capaces, que a ellos corresponde brillar, que nosotros no tenemos mucho para dar. En esta fase nos comparamos con otos constantemente y tenemos de fondo, una sensación de ser pequeños, insignificantes.
El orgullo, nos hemos esforzado y hemos logrado una posición social, académica, económica y nos sentimos autosuficientes. Tenemos un punto arrogante que puede llevarnos incluso a la prepotencia de suponer que los demás deben dirigir sus vidas de acuerdo a nuestras indicaciones. Tenemos una actitud competitiva. Tenemos dificultad en mostrar nuestras debilidades, nos cuesta mucho pedir ayuda o reconocer errores. Todo
ello nos lleva a la infertilidad, fijados como estamos en lo nuestro no permitimos que otros nos fecunden; no permitimos que la vida con su música marque el paso de nuestra danza. Nos falta esa visión total que permite integrar el todo a la parte.
La humildad de después del orgullo, la del fuerte, cuando hemos integrado la fuerza de Leo y la humildad de Virgo la nuestra es una seguridad que está en contacto con la vulnerabilidad, que es blanda como el bambú y por ser blanda no se quiebra. Somos permeables y por tanto somos fecundos. Sólo en contacto con esta nota receptiva, humilde, suave de la Virgen es posible alcanzar la verdadera femineidad y la verdadera masculinidad. No hay fortaleza templada si no hay humildad. Sin humildad no hay amor y
sin amor es peligrosa la fuerza.
Virgo es un signo de servicio. Virgo nos invita a interiorizarnos sólo tiene quien ha conectado consigo mismo profundamente puede conectar con otros. Somos lo que ofrecemos, cuando ofrecemos lo que somos. Cuanto más comprometido y sincero el servicio, cuanto mayor la entrega consciente y alegre dedicada a revelar ante los demás su propia divinidad, mayor afluencia de la energía del alma en nuestra propia personalidad.
El trabajo espiritual de Virgo se cumple cuando el eje con Piscis fluye correctamente. Si la nota de Piscis está activa alternamos adecuadamente la tarea con respecto al mundo (el rendimiento, la productividad, la eficacia, la practicidad) y la tarea interna (nuestro autoconocimiento, nuestra autosuperación y nuestra maduración).
Sólo atendiendo al mundo interno nos valoramos y valoramos a los demás correctamente. No debemos medir a las personas sólo por sus logros externos, (su posición social, sus méritos académicos, el cargo que ocupa, sus relaciones e influencias en la sociedad, etc)
sino también y fundamentalmente por su desarrollo interno. Es si está o no en paz consigo misma, si ha encontrado el sentido de su vida, si fluye con los sucesos sin mayores fricciones, si es capaz de amarse y amar lo que realmente importa. Servimos con cada tarea que emprendemos en el mundo para aliviar la necesidad y el sufrimiento. Servimos con cada gesto que está dirigido a nutrir lo bueno, lo bello en otros.
Servimos también cuando simplemente somos, cuando en nuestro campo se irradia la paz del alma. Ser y servir no pueden ser disociados, el ser es amor y el servicio es amor en movimiento.